LA CULTURA: PIEDRA ANGULAR DE LA DIVERSIDAD EN LA EMPRESA
Una de las premisas básicas desde la que abordamos el Programa Sensibiliza para la Gestión y Medición de la Diversidad Cultural en la Empresa es la consideración de que “cultura” es un concepto amplio y transversal que define, abarca y relaciona a las diferentes variables de diversidad.
Con frecuencia se suele restringir el uso del término “cultura” al origen y procedencia de las personas. Teniendo en cuenta que, efectivamente, los factores geográficos, históricos, políticos o étnicos son muy importantes a la hora de delimitar las extensiones de las distintas culturas y sus diferencias, no debemos excluir otras variables de diversidad en las que también es fundamental el peso cultural. Consideraremos, por tanto, la dimensión múltiple y cruzada de la cultura, que la relaciona con las diferentes características que implican diversidad, como es el caso del género, la edad, la diversidad funcional, la orientación sexual, la identidad de género… y, claro está, el origen étnico y nacional. La cultura determina la esencia de los diferentes grupos humanos que son objeto del estudio y aplicación de políticas de inclusión y diversidad en las empresas.
Cualquier colectividad humana que comparte entre sí rasgos significativos (por razón de su origen o etnia, pero también en relación con su sexo, edad, etc.), ostenta una cultura propia que dota al conjunto de sus miembros de una visión análoga de la realidad. Esta visión común de la realidad genera un sentimiento de identidad grupal, con un sistema de valores compartido y con una serie de normas de actuación aceptadas por todos sus integrantes. En este sentido, queda claro que los aspectos territoriales, históricos, étnicos, religiosos, ideológicos, etc. adquieren un peso importantísimo a la hora de delimitar el alcance de una cultura pero, como decimos, no son exclusivos ni excluyentes.
Pensemos, por ejemplo, que existe una “cultura digital” que define la relación de un amplio sector de la población mundial con respecto a su conocimiento y uso de las nuevas tecnologías, tan fundamentales para desenvolverse en el mundo actual y, especialmente, en el contexto de la empresa. Esa “cultura digital” se convierte en un aspecto transversal que transciende al hecho nacional o étnico y que relaciona culturalmente a personas de diferentes orígenes, pudiendo llegar incluso a integrarlas en grupos de identidad cultural distintos a los formados por aquellas personas de su misma procedencia territorial con las que no comparten su nivel de interacción con el ámbito tecnológico. En este caso estamos relacionando la cultura con un plano fundamentalmente generacional (generaciones nativas digitales frente a otras que han tenido que incorporarse al uso de estas nuevas tecnologías con distintos grados de consecución). En este mismo sentido, y centrándonos en el contexto empresarial, consideraremos que existen tantos aspectos culturales a tener en cuenta como variables de diversidad. Así, por ejemplo, podríamos hablar de una “cultura de la accesibilidad” común a profesionales con determinadas circunstancias de movilidad o de percepción sensorial, o una “cultura de la conciliación” que identifica de forma más acusada a las madres trabajadoras (y cada vez también a más padres) más allá de sus nacionalidades, etc.
La suma integradora de las distintas dimensiones culturales, y las formas en que estas se relacionan entre sí, aporta cohesión dentro de los grupos humanos, y por tanto, debería ser objeto prioritario de atención por parte de las empresas a la hora de abordar con éxito sus políticas de diversidad e inclusión.
En el Día Internacional de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo (21 de mayo), desde el Programa Sensibiliza para la Gestión y Medición de la Diversidad en la Empresa, de Red Acoge, queremos reivindicar el valor múltiple y transversal de la cultura, lo que la convierte en el cauce a través del que afianzar lazos y tender puentes entre personas (entre profesionales; entre empresa y clientes, proveedores, etc.) a partir de nuestras similitudes y también de nuestras diferencias. Descubrir, analizar, relacionar y favorecer el desarrollo de las distintas dimensiones de la cultura constituye una oportunidad para posicionar a las empresas dentro de la sociedad y facilitar el acceso a los beneficios de la gestión de la diversidad.